La tormenta no termina en mi corazón,
los besos viejos siguen sorprendiendo a mis labios,
tu llama está que se acaba, pero no dejará de luchar hasta que se apague,
mi llama tiene otro nombre, otro horizonte, otro destino,
la de ella se llama pasado, la mía le pertenece al futuro.
Se que te ilusiona recibir de mis labios la ternura que no encuentras lejos de mi,
se que quisieras que te perdone, que olvide y que haga como si nada sucedió,
y aunque no abrigue la rabia que un día tuve, ya no puedo volver a abrir la herida de mis entrañas.
Te fuiste por otros caminos, solo el polvo dejaste conmigo,
yo descubrí con el tiempo un paraíso del que me niego salir,
si preguntas porque soy tan cruel a recibir la dádiva de tus besos
sin amor, sin miel, con piel, con pasión y malicia,
te diré que es ese el regalo que dejó en mi alma tu cobarde huida.
Cada día me sumerjo en el cristal de sus aguas,
y disfruto de la pureza de su destino,
el día se me hace de oro, con destellos en lo alto del cielo,
en las noches la luna de sus ojos me alumbra y dejo fluir mis sueños
atrapado en sus manos divinas.
Día a día me columpio en sus rizos, negros como las hebras que tejen la noche,
me deslizo en el horizonte de su figura, para apagar la llama que encienden sus ojos,
recorro incesante su dulce espalda para cubrir cada rincón con mis besos.
Su voz me despierta en las mañanas y revolotean picaflores en su ventana,
ilumina la habitación su sonrisa para que juegue en su curva textura,
no puedo negar que es un paraíso estar a su lado,
solo hace falta que me dejes recorrerte libremente sin limitación en el espacio y el tiempo.
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