Se detuvo el tiempo, unos observan admirados, otros sostienen sus sueños, yo, solo pienso en volar.
Mis pasos eran millonarios, mis horas infinitas, mi aliento vigoroso, a pesar de todo mi corazón gemía, mis ojos cristalinos, salados, desechaban el ayer, baje el rostro para ver la luna en el reflejo del río, un destello lunar, te encontre, dentro de una gota de agua te encontré, nadando, compartiendo tu luz con mis pupilas, apagando las cenizas y encendiendo el fuego, no dentro de mi, fuera de mi.
Tu luz llegó y no se marchó, tu luz llegó y enceguecido estoy, con mis manos te tome, con cuidado me dije, no debo dejarla correr, abrí la bolsa y la guarde, me fui a dormir, tranquilo porque sabía que estabas allí, desperte, estaba oscuro aún, cerre los ojos, los abrí, el sol se imponía en el cielo, busque mi bolsa y quise verte, no te encontre, hacía falta la luna, el río y tu, el fuego encendido ardío con el viento que traían las nubes de noviembre, había luz pero no eras tu, era esa luz simple que se encuentra debajo de las piedras, una luz oscura, corriente, yo te buscaba a ti, mis pasos enloquecieron, mis pupilas emprendieron la busqueda, verdes, rojos, tonos celestes y blancos difuminados, de todo había frente a mi, de todo, menos tu.
Respire profundo y volví a sumergirme, rojos, amarillos, verdes, celestes, negros, blancos difuminados, un gato hablaba, un perro gritaba, un loro dormia, yo le hechaba leña al fuego, subí a las ventanas, le preguntaba a las aves, la gente, la gente ni me importa.
Yo te busco a ti, una rata pasó a mi lado, pero no eras tu, llevaba luz en sus ojos, pero era de esa luz corriente, oscura, ni se parecía a la que en ti vi.
Los niños corrían de un lado a otro, sostenían sus sueños duro, hasta quemarles las manos, el chiste era que no se les escaparan, la tierra en sus piernas, los mocos fundidos con su saliba, no permitían que se les escaparan sus sueños, los querían vivir. Yo te buscaba, esa luz tan blanca, tan linda, yo solo pensaba en volar, en tus brazos.
Mis pasos eran millonarios, mis horas infinitas, mi aliento vigoroso, a pesar de todo mi corazón gemía, mis ojos cristalinos, salados, desechaban el ayer, baje el rostro para ver la luna en el reflejo del río, un destello lunar, te encontre, dentro de una gota de agua te encontré, nadando, compartiendo tu luz con mis pupilas, apagando las cenizas y encendiendo el fuego, no dentro de mi, fuera de mi.
Tu luz llegó y no se marchó, tu luz llegó y enceguecido estoy, con mis manos te tome, con cuidado me dije, no debo dejarla correr, abrí la bolsa y la guarde, me fui a dormir, tranquilo porque sabía que estabas allí, desperte, estaba oscuro aún, cerre los ojos, los abrí, el sol se imponía en el cielo, busque mi bolsa y quise verte, no te encontre, hacía falta la luna, el río y tu, el fuego encendido ardío con el viento que traían las nubes de noviembre, había luz pero no eras tu, era esa luz simple que se encuentra debajo de las piedras, una luz oscura, corriente, yo te buscaba a ti, mis pasos enloquecieron, mis pupilas emprendieron la busqueda, verdes, rojos, tonos celestes y blancos difuminados, de todo había frente a mi, de todo, menos tu.
Respire profundo y volví a sumergirme, rojos, amarillos, verdes, celestes, negros, blancos difuminados, un gato hablaba, un perro gritaba, un loro dormia, yo le hechaba leña al fuego, subí a las ventanas, le preguntaba a las aves, la gente, la gente ni me importa.
Yo te busco a ti, una rata pasó a mi lado, pero no eras tu, llevaba luz en sus ojos, pero era de esa luz corriente, oscura, ni se parecía a la que en ti vi.
Los niños corrían de un lado a otro, sostenían sus sueños duro, hasta quemarles las manos, el chiste era que no se les escaparan, la tierra en sus piernas, los mocos fundidos con su saliba, no permitían que se les escaparan sus sueños, los querían vivir. Yo te buscaba, esa luz tan blanca, tan linda, yo solo pensaba en volar, en tus brazos.
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