Estaba mirando al cielo, gozando de su luz,
millones de luciernagas invadieron mis ojos,
mientras un silvido mecía las hojas que nacían de los estandartes altos hasta el cielo.
Como en plena batalla por vivir se escondían las luciernagas y cuando se creía que les vencían nuevamente arremetían y se apoderaban del campo.
Escena repetida una y otra vez, luchando por permanecer bajo cobijo de la mayor, mientras yo veía gran valor no me percaté cuando me desvíe y hoy busco la luna pero ya no es igual.
Las luciernagas estan allí,
los estandartes están allí,
el resplandor sigue allí,
el frío silvido hace mucho se enardecío y
420 batallas despues la Luna ya no es igual.
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